Tú me ofreciste tu copa Yo me sentí ofendido Y con el veneno servido A cambio besé tu boca
Vil y cruel sentimiento Que de ti quiso alejarme Y con el dolor de matarte Llegó el arrepentimiento
Lloré y supliqué tu perdón Mirando tus ojos tristes Sonriendo me respondiste “Yo no te guardo rencor”
Pude verlo en la agonía Al volver a mí la calma Unidas ya nuestras almas En la muerte, amada mía