¡Bromas fuera!

Las bromas no siempre son bienvenidas, hay momentos para cada broma y tú lo sabes. No mencionemos ya los sarcasmos en donde no todo el mundo capta el mensaje claro a la primera. Ya puesto ni a la segunda, pues hay que recuperar el contexto para que dicho sujeto “entienda” lo que se queria decir y no se dijo.

Ser bromista tiene un precio, o mejor dicho unas consecuencias y claro está que no muy buenas. Ser listo para dejar bromas buenas y sutiles requiere muchos puntos, no suspensivos sino bien circunstanciales. Acertar con el tono, enfocarse en el mensaje, ser cauteloso sin ofender, encontrar el vocabulario perfecto, dar con el tono de voz ajustado como un buen orador y sobre todo el mas dificil de todos, ser asertivo en el momento mas y mas preciso que debe de ser, Por que la misma broma en un solo minuto antes o después ya no es nada, ni puto broma y ni puta gracia.

Falla aquí pues muchas veces la empatía sobre lo que son o no son bromas, hay incluso personas que les gusta muy mucho definir, establecer, clasificar y evaluar que si es y que no es broma, como si la cosa no fuera con ellos pero si va por los demás, ¡menuda broma!.

Pero dar bromas es barato, que mierda digo si realmente es gratis y por eso todos lo dan sin pedir, sin necesidad y sin respetar. Se tira de bromas cuando no se sabe de que otra cosa tirar, es un recurso nimio, simple y

Pero por favor cuidese mucho, las bromas son como universos que van y vienen, te tocan o no, te destrozan o no, incluso a veces te acompañan de por vida, una broma que nunca jamás olvidarás, un estado de broma que no soltarás ni renuncuarás ni que te canses mil veces de contar. Pues tú eres esa broma, y no otra cosa, y te gusta, Sabes que te gusta mucho.

Pero recuerda todo tiene un precio dentro de las bromas, y si no preguntaselo al bromas, al bromista del que a veces nadie se rie, pero él si, ese que revierte la forma de broma a un tono ya personal, muy instransferible y muy particular, pero sigue siendolo en el fondo otra broma más, lo siento lo debes de aceptar. Y lo llaman a veces por el guasón, del que ya ni puta broma hace ¿verdad?.