En el año 2024 de nuestra era, la compañía de comida rápida de mayor renombre entregó al gobierno chino uno de sus robots-empleado y solicitó al Primer Ministro que utilizara la máquina de viajar en el tiempo para enviar esta fábrica instantánea de órdenes de comida al pasado. El objetivo secreto de la empresa era proveer a todo el pueblo que habitaba el medio oriente del pasado de hamburguesas con la finalidad de convertirla en un alimento del folclor y así, instituir la Doble con Queso como la comida nacional palestina.
El gobierno chino accedió sin dudarlo. Vistióle de túnica, atóle unos pelos, pególe una barba-bigote de utilería y fijó la fecha en (x)-2078, enviando al robot-empleado (ahora hecho un hippie) en travesía temporal. Fue tal la suerte que la máquina cayó dentro del vientre de una mujer, y fue extraída en un procedimiento poco higiénico en medio del campo, entre un cerdo y unos burros.
El ingeniero y mago oriental, Sigifredo Sternstaub dejaría una breve anécdota de su encuentro con este robot del futuro en aquella Galilea del siglo 1: “llevo ya varios años de estudiar el aparto y he conseguido hacerlo funcionar de acuerdo con lo que creo es su propósito de fabricación. Lo he llamado Jerónimo, el Ensamblador de Sustancias en Unidades Sabrosas. Esta tarde lo llevé a la ciudad y lo coloqué de pie sobre un montículo a la vista de todos los transeúntes y picnic-aficionados que según mis cálculos eran unos 5000. He quedado sorprendido al ver que habla, pero aún más sorprendido con su eficiencia. En unos pocos minutos fue capaz de entregar 5000 órdenes dejando satisfechos a todos los clientes.”
Extraño es nuestro mundo y curiosos los caminos de la historia. Años más tarde, un Papa y unos cuantos bibliotecarios publicaron la crónica de Sternstaub mezclándola entre los paŕrafos de otros libros y dejándola oculta para siempre entre las letras de otros autores. Y ya que de libertades literarias se trataba, cambiaron las hamburguesas por panes y peces. Aún quedaba una ficha para la suerte: la falta de creatividad del Concilio no consiguió dar con un nombre apropiado para el robot y consintieron en formar un acróstico utilizando las siglas del título que le había dado Sternstaub, que sirvió de paso para nombrar al personaje principal de las historias que contaban los otros libros.