Hace dos años, el poeta e inventor del motín en balsa inflable, Sigifredo Sternstaub, en un ataque de entrenada estupidez emprendía una atrevida azaña. Sigifredo se propuso reescribir toda la obra de Calabria (o Cantabria para Álvarez Thomas) valiéndose únicamente del recurso de su propia memoria.
Sternstaub, como todos sabemos, fue uno de los principales colaboradores en la redacción de los famosos cuadernillos del italiano, por lo que la tarea de retomar lo allí escrito no sería mayor problema excepto por la evidente dificultad de cualquier persona para recordar un texto tan extenso en general y por la de Sternstaub para recordar cosa alguna en particular. Sternstaub posee lo que en el medio científico se conoce como la memoria de lámpara, lo que le ha ganado títulos tales como “volantín”, “cabeza de berenjena” o “viejo choto” entre tantos.
Una vez, Sternstaub pasó dos horas de pie ante la puerta de la casa de quien era su pretendida de aquella juventud. Cuando se le preguntó qué o a quién buscaba se limitó a contestar “no me acuerdo”. En otra oportunidad fue encontrado infraganti con la esposa del duque Lucien de Bernardo, historia cuyo desenlace es de público conocimiento.
El sentido común o quizá una penosa desvergüenza ha sido motivo para muchos de los allegados al poeta, entre ellos quienes componen esta editorial, para intentar que Sigifredo detenga la empresa. Todo esfuerzo ha sido fútil: Sternstaub niega rotundamente haber iniciado proyecto tal (o mejor dicho, no lo recuerda).
Mientras tanto, los dos tomos del nuevo libro de Sigifredo Sternstaub, “Calabria recompuesto: técnicas de fuerza bruta cerebral” ya están a la venta en todas las librerías del país.