ziggys

Jupiteriano en el exilio. Irónico por naturaleza. #soloparaentendidos

Pescadores, poetas y otros mentirosos.

O personas, que es más genérico. Todos los días actores enmascarados llenan las calles, los cafetines, las plazas y los burdeles. Pretendientes de una esperanza disimulada, alquilada en una feria y envuelta para regalo. Son humanos según las enciclopedias, pero la definición parece no suplir el alcance de la multiplicidad de especies que los agrupa. No hay duda, toda contradicción es una doble verdad, es decir, todo es mentira (relativo dicen los científicos que son la especie acumuladora). En el medio, entre una verdad y la otra aparecen ellos, esos seres pálidos sacados de relato mínimo capaces si no de entender, de vislumbrar que es también apreciar. Los vamos a llamar, irrespetuosamente, sabios porque han adquirido la capacidad de divertirse en el bar que es la vida y el mundo y han sabido darse cuenta: la realidad es una novela que inventamos para no caer de bruces en la primera pisada. Por esto, hay que irse con vuelo lento, alas extendidas, como planeando, mirando hacia abajo buscando a los otros, reunirse, embriagarse de risotadas y celebrar que no hay universo fuera de este bulo donde se refugian pescadores, poetas y otros mentirosos.

Fantasmas.

El peligro no es el fantasma en tanto cosa fea, sino la idea del fantasma, ese pequeño montoncito de fantasías que se acumulan por magnetismo en la imaginación del pobre que encima está más solo y aburrido que una araña.

Por otra parte (la de atrás por ejemplo), andar temiendo espectrales transparencias no es de caballeros. Hay que definir: transparente es un huevo, si no está cocido – ¿y lo amarillo? – lo amarillo es falacia.

Volverse uno mismo un fantasma es fácil. Basta ponerse una mano en el ojo izquierdo y la otra en el ojo derecho y decir “bú”. Ya está. Ahora, volver del estado fantasmagórico al estado de siempre ya es trabajo mayor. Se debe ante todo estar atento al tiempo (que es inexistente cuando se es fantasma). Lo que sigue es básicamente llevar el rastro a otras ilegibles transparencias hasta encontrar la que hace de puente.

Se llega del plano fantasma con ojos vidriosos y migrañas nocturnas. Debe evitarse, pues, la conversión en días viernes y feriados nacionales.

No es chat.

O sí, pero podría ser algo más. O será que es cierto que van a otro ritmo que uno no entiende o que apenas es capaz de seguir. Como sea, nunca fui buen bailador, me va más bien la caminata. En eso puedo andar dale que dale mirando arbolitos y pajaritos, y otros andantes (#soloparaentendidos).

Creo se sabe lo que trato de decir. Pues ojalá alguno se sume y capaz sacamos algo. De repente ir contra-corriente está bueno si se anda despacio, que no hay camino decía el poeta, se hace camino al andar.

Andar que no es otra cosa que poner un pie delante del otro y ver qué pasa si es que algo pasa. Y si no, pues hacemos que pase así entre líneas.

Eso sí, este paisaje no me lo pierdo.

Razones

Se anda por la vía desnudos de intenciones, de impulsos pequeño-burgueses, de motivos burlescos. Hay razones. A saber, una abeja, un mareo, un oso. Aún así, no quita el sueño ni despeina a los más distraídos. Regresar del viaje y encontrarse con lo viejo que igual parece sorprender. Milagros y luego silencios de tercera y cuarta y hasta quinta fila en teatro lleno.

Se dice de la magia que no se cuenta el secreto misterio que encierra. Pues hay que desmentir: todos gustan de los alfajores rellenos de buen dulce de leche. Hay otras razones. A saber, multitud de abuelitas con corazón de arroz. Hacerse hermano de la mañana para liberar el mecanismo central de la especulación ilógica. Después vendrá el sosiego de la siesta y su calorcito bajo-frazada.

Hay ese contacto pseudo-furtivo, como dragoncito verde esperanza, fueguitos y dedos perversos entreverados. Hay mejores, más íntimas y sensibles razones. Los entendidos no preguntan.